¿Se imagina que alguien supiera lo que lee, lo que come, e incluso las medicinas que compra? ¿Qué le parecería que su centro comercial guardara información sobre la talla de ropa interior de su pareja? Este escenario ha dejado de ser ciencia-ficción gracias al sistema RFID, incorporado en cualquier tipo de producto que un ciudadano puede comprar.
RFID (Radio Frequency Identification, o identificación por radiofrecuencia en español) usa dispositivos denominados etiquetas o tarjetas, similares a pegatinas. Funcionan de una manera muy simple: emiten información por una microemisora de radio que, a su vez, la envía a una base de datos donde queda almacenada. Esta información puede ser usada por los comerciantes para analizar los hábitos de consumo o por otros interesados en sacar los datos personales de la gente.
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