Al agregar agua a los cuencos y frotarlos para que generen sus inigualable sonido, se produce un increíble fenómeno: el frotamiento provoca una deformación microscópica de la superficie del cuenco, misma que provoca una cierta presión en el aire y en el agua. Las ondas en el aire corresponden al sonido y ocasionan que las ondas de agua giren en forma circular. Y si están suficientemente excitadas, éstas se rompen y liberan pequeñas gotas, que eventualmente, en una mística sincronía de variables en las fuerzas naturales en acción, comienzan a levitar (suspenderse momentáneamente en el aire).
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