Imaginemos por un momento algo muy parecido al mundo recreado por George Orwell en 1984. Un Gran Hermano con cámaras distribuidas en toda una ciudad de manera que la vigilancia sea exhaustiva y permanente, una cámara para cada 24 habitantes. Una tecnología capaz de averiguar el qué, cómo y por qué de cada esquina en un radio de hasta un 25% más grande que la propia ciudad de Nueva York. Ahora, dejemos de imaginar. Wall Street Journal destapa el proyecto Peaceful Chongqing, la primera ciudad del mundo en China capaz de vigilar a toda una población.
La trama que destapa el periódico va mucho más allá del régimen existente en el país, ya que pone el dedo una vez más sobre Cisco y sus actividades en el país como empresa “estrella” para llevar a cabo este ambicioso proyecto. Amparados en la idea de que Chongqing es la ciudad de mayor crecimiento en el mundo (12 millones de habitantes en su centro más varios municipios con más de 35 millones) y de la terrible inseguridad a la que se verá abocada, China está a punto de implementar un proyecto que servirá como prueba para el resto del país.
Un total de medio millón de cámaras conectadas a una sofisticada red con la que sitiar la ciudad contra el crimen (léase disidencia política) vendidas por la empresa norteamericana Cisco. A este control sin precedentes que toca a casi una cámara cada 24 habitantes (sólo en la ciudad) irá acompañado de lo último en procesamiento y almacenamiento de datos a través de una red interna de comunicaciones. Serán 2400 millones en una inversión que estará lista en tres años.
Lo primero que extraña en el proyecto es la participación de Cisco. No es la primera vez que la empresa, líder mundial en soluciones de redes, se ve incluida dentro del Partido Comunista. Sin ir más lejos, hace tres semanas se produjo la primera demanda en Estados Unidos por parte de varios ciudadanos chinos, quienes acusaban a la empresa de desarrollar a lo largo de los años un papel fundamental en las torturas y encarcelamientos de los ciudadanos con la participación en la construcción del Gran Firewall. Lo que extraña es que la venta directa de estos cientos de miles de cámaras choca frontalmente con las restricciones que impuso Estados Unidos a sus empresas desde 1989 tras la matanza de Tiananmen.
Desde ese momento se prohibió cualquier tipo de venta a empresas chinas (públicas o privadas) que fueran susceptibles de tortura o represión. En la lista de restricciones se especificaba cualquier dispositivo que pudiera vigilar, almacenar o tomar huellas dactilares. Esto es precisamente lo que el WSJ expone y resalta, ya que si bien las cámaras no estaban incluídas en ese “tratado”, su utilización puede ser totalmente ambigua como es el caso. La venta de estas cámaras y el equipo de red para el proyecto será a través de un contratista chino, Hikvision Technology. ¿Cómo actuará Estados Unidos si la construcción de estos controles de vigilancia sofisticados por parte de sus propias empresas les llegan a afectar? Cisco ya sabemos que se apoyará en esa laguna existente (las cámaras no tienen por qué ser malas), pero el gobierno del país podría acabar pidiendo cuentas.
Y es que muy probablemente, este proyecto se esconda bajo el manto de la legalidad, ya que no es ilegal ni mucho menos bajo el amparo de la propia seguridad de los millones de habitantes. El proyecto destapado se vende como un remedio a la delincuencia que está por venir, en cuya previsión argumentan que será la “ciudad más segura del mundo”. Claro que también será la más vigilada, un punto de partida para observar cada punto del territorio y en el que cualquier manifestación, protesta o reivindicación podría ser erradicada antes de que fuera a más. Ni rastro de los derechos fundamentales de sus habitantes.
Fuente: http://alt1040.com/