Los confusos e incluso contradictorios informes sobre la planta nuclear de Fukushima 1 no pueden ser únicamente consecuencia de los desastres causados por el tsunami, la torpeza o la falta de información.
Los inexplicables retrasos y las incomprensibles explicaciones de la Tokio Electric Power Company (TEPCO) y del Ministerio de Economía, Comercio e Industria (MECI) parecen ser fruto de algún factor que se ha intentado soslayar.
La cortina de humo sobre Fukushima 1 parece ocultar un firme propósito, una voluntad de hierro y una tarea sombría desconocida para los de fuera.
La explicación más lógica podría ser que la industria nuclear y las instancias gubernamentales están luchando para evitar que se descubran unas instalaciones dedicadas a la investigación de bombas atómicas escondidas dentro de las plantas de energía nuclear civil de Japón.
Un programa secreto de armas nucleares es como una especie de fantasma en la maquinaria, detectable tan sólo cuando el sistema del control de la información falla o se rompe. Es necesario que dirijamos una mirada cuidadosa a las disparidades entre el relato oficial y los inesperados sucesos.
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