Según anuncian antiguas profecías dictadas por videntes, visionarios, o depositadas sobre perennes bloques de piedras en forma de elaborados calendarios por civilizaciones ya desaparecidas, el fin del mundo está cerca. Todas las profecías parecen desembocar en una misma fecha, por muy espaciadas en el tiempo que se hayan dado, 21 de Diciembre de 2012. Veamos un ejemplo en el siguiente vídeo.
¿Qué hay de cierto en todo esto? ¿Es tan solo producto de la mente calenturienta de adivinos o charlatanes apocalípticos? ¿Realmente la Tierra chocará contra un planeta errante que recorre cíclicamente nuestro sistema solar? ¿Si es cíclico debía de haber pasado con anterioridad y por tanto habría pruebas de ello? Siga leyendo lo que viene a continuación:
“,… y las nubes abrasadas se disipan en humo. Las regiones más elevadas de la tierra se incendian; se producen hendiduras en la corteza terrestre, y la tierra se deseca, privada de sus jugos. Blanquean los pastos, arde el árbol con sus hojas, y las áridas mieses ofrecen combustible para su propia ruina.
;… perecen grandes ciudades con sus murallas, y los incendios convierten en ceniza naciones enteras con toda su población. Arden las selvas y los montes, arde el Atos, el Tauro de Cilicia, el Tmolo, el Oite, el Ida, seco entonces, pero antes cuajado de fuentes; y el virginal Helicón y el Hemo que aún no era de Eagro. Arde el Etna con fuegos ahora redoblados hasta lo infinito, y el Parnaso de dos cimas, el Érix, el Cinto, el Otris, el Ródope que por fin entonces iba a estar libre de nieves, el Mimas, el Díndima, el Mícale y el Citerón creado para el culto divino. Y de nada sirven a la Escitia sus fríos; arde el Cáucaso y el Osa y el Pindo y, mayor que esos dos, el Olimpo, y los aéreos Alpes y el nuboso Apenino.
Ve entonces Faetón el mundo incendiado en todas sus partes; no soporta tan enorme calor, respira brisas hirvientes como si salieran del fondo de un horno, y advierte que su carro está al rojo blanco. Y ya no puede resistir las cenizas ni las pavesas que saltan, por todas partes se ve envuelto en humo caliente, y, rodeado de tinieblas como la pez, no sabe adónde va ni dónde está…; entonces se hizo árida la Libia, al secar el calor su humedad; entonces lloraron las ninfas, con los cabellos sueltos, la muerte de fuentes y lagos… Tampoco quedan a salvo los ríos a quienes habían tocado en suerte cauces amplios; ahora humean… Hierve el Alfeo, arden las orillas del Esperquío; fluye, fundido por el fuego, el oro que el Tajo lleva en su corriente y las aves fluviales que con su canto poblaban las riberas meonias se abrasaron en mitad del Caístro. El Nilo, aterrorizado, huyó a los confines del orbe… sus cauces quedan cubiertos de polvo, sin corriente.
En todas partes se resquebraja el suelo…; el mar se encoge, y ya no es más que un campo de arena lo que poco antes era el océano. Emergen los montes que cubría el mar profundo… Los peces buscan las profundidades… cuerpos de focas flotan sin vida tendidos boca arriba en la superficie del abismo… los dos polos están humeando. “
Muy ilustrativo la descripción del fin del mundo, ¿verdad? Este fragmento lo he extraído de la obra de Ovidio titulada Metamorfosis, y que recomiendo leer, pues también nos relata una sorprendente guerra perpetrada por los gigantes que habitaban la Tierra contra los dioses allá en los albores del tiempo. Este fin del mundo que con tanta precisión de detalles nos dejó escrito Ovidio en su libro Metamorfósis, parece referirse a lo que los científicos denominan una llamarada solar, que podría envolver al planeta, y que anuncian podría sucederle a la Tierra dentro de un año más o menos. O sea, lo que nos conduce nuevamente a tan fatídica fecha, año 2012. Curiosamente, la película Señales del Futuro, protagonizada por Nicolas Cage, describe acontecimientos muy similares a los de Ovidio en su libro Metamorfósis. Juzguen ustedes.