“DAVID ICKE Y LOS REPTILIANOS” (I), por Gabriel Wüldenmar Ortiz
No, no hablamos de un grupo musical extravagante. Nos referimos al escritor David Icke, que pretende, con bastante éxito, hacer creer a la opinión pública que estamos dominados, desde hace milenios, por una raza alienígena o extra-dimensional de reptiles inteligentes (los reptilianos, chitauri o annunaki) capaces de tomar la apariencia humana a voluntad. Estos seres, malignos y necesitados de sacrificios sanguinarios, serían los reyes, presidentes, políticos, etc. que, disfrazados de humanos, controlan desde siempre el mundo.
Asombrosamente, ha logrado publicar sus libros en todo el mundo, su web es muy visitada y dicta conferencias en muchos países. La extravagancia y el absurdo tienen buena acogida en un público acostumbrado a tragarse cualquier bobada, mientras que no quiere saber nada de los verdaderos problemas del planeta ni de las verdades profundas de la existencia. Mucha gente cree a pie juntillas estas locuras, mientras que califica de fantasías increíbles hechos bien establecidos, como la existencia de Jesucristo, que Icke niega (odia al cristianismo). Sus libros están llenos de “deducciones” y relaciones arbitrarias y forzadas, de testigos siempre anónimos y de pruebas inverificables. No resisten el mínimo sentido crítico, y, sin embargo, señala hechos auténticos sobre los poderes (muy terrestres en realidad) que controlan este mundo y abusan de la humanidad.
Si está loco, es espeluznante que consiga movilizar a cientos de miles de personas en todo el mundo. En vez de ser dejado de lado como un demente que delira o como un activista que denuncia lo que no interesa que se sepa, es entrevistado por medios públicos y privados de que le dan credibilidad sin cuestionarse su salud mental. ¿Por qué esos medios de comunicación, propiedad de los poderosos que él mismo considera “lagartos alienígenas”, le dan audiencia? Muy sospechoso.
Además, parece gozar de una asombrosa inmunidad mundial: constantemente y por escrito puede llamar “satanistas”, “asesinos”, “pederastas en serie”, “abusadores”, “envenenadores” y una larga serie de insultos a toda clase de personas públicas poderosas y sus familias (reyes, presidentes, políticos, empresarios, etc). Pues bien, no le ocurre nada, ni una denuncia, ni un cierre de su página, ni una vulgar paliza o algo peor. Por mucho menos que eso, muchos activistas han sido denunciados, maltratados y asesinados. Y, desde luego, han sido completamente ignorados por los medios de comunicación del sistema. Pero Icke, no. Repito: muy sospechoso.
Evidentemente, David Icke es un agente intoxicador-desinformador al servicio del sistema. Presenta hechos reales que perjudican al poder (porque tarde o temprano otro investigador los sacará a la luz) mezclados, para desacreditarlos, con fantasías absurdas. La próxima vez que algún investigador serio saque a relucir algunos de esos datos verdaderos, estos quedan, por asociación mental, inmediatamente ridiculizados. Es como vacunar a la gente contra la verdad, mezclándola previamente con mentiras. Cuando salga a relucir la verdad que no conviene al poder, nadie va a creerla ya, porque la recordarán salpicada de estupideces delirantes. De esta manera, el que discrepe de la versiones oficiales será considerado un loco.
Además, es muy útil para el poder tener a los contestatarios gastando energías persiguiendo conspiraciones alienígenas, en lugar de cuestionando conspiraciones mucho mas reales y terrenales. Se trata de una maniobra de distracción: el mundo está mal porque está controlado por alienígenas malos, no porque haya injusticias, mecanismos de opresión y poderosos que se lucran.
Asombrosamente, ha logrado publicar sus libros en todo el mundo, su web es muy visitada y dicta conferencias en muchos países. La extravagancia y el absurdo tienen buena acogida en un público acostumbrado a tragarse cualquier bobada, mientras que no quiere saber nada de los verdaderos problemas del planeta ni de las verdades profundas de la existencia. Mucha gente cree a pie juntillas estas locuras, mientras que califica de fantasías increíbles hechos bien establecidos, como la existencia de Jesucristo, que Icke niega (odia al cristianismo). Sus libros están llenos de “deducciones” y relaciones arbitrarias y forzadas, de testigos siempre anónimos y de pruebas inverificables. No resisten el mínimo sentido crítico, y, sin embargo, señala hechos auténticos sobre los poderes (muy terrestres en realidad) que controlan este mundo y abusan de la humanidad.
Si está loco, es espeluznante que consiga movilizar a cientos de miles de personas en todo el mundo. En vez de ser dejado de lado como un demente que delira o como un activista que denuncia lo que no interesa que se sepa, es entrevistado por medios públicos y privados de que le dan credibilidad sin cuestionarse su salud mental. ¿Por qué esos medios de comunicación, propiedad de los poderosos que él mismo considera “lagartos alienígenas”, le dan audiencia? Muy sospechoso.
Además, parece gozar de una asombrosa inmunidad mundial: constantemente y por escrito puede llamar “satanistas”, “asesinos”, “pederastas en serie”, “abusadores”, “envenenadores” y una larga serie de insultos a toda clase de personas públicas poderosas y sus familias (reyes, presidentes, políticos, empresarios, etc). Pues bien, no le ocurre nada, ni una denuncia, ni un cierre de su página, ni una vulgar paliza o algo peor. Por mucho menos que eso, muchos activistas han sido denunciados, maltratados y asesinados. Y, desde luego, han sido completamente ignorados por los medios de comunicación del sistema. Pero Icke, no. Repito: muy sospechoso.
Evidentemente, David Icke es un agente intoxicador-desinformador al servicio del sistema. Presenta hechos reales que perjudican al poder (porque tarde o temprano otro investigador los sacará a la luz) mezclados, para desacreditarlos, con fantasías absurdas. La próxima vez que algún investigador serio saque a relucir algunos de esos datos verdaderos, estos quedan, por asociación mental, inmediatamente ridiculizados. Es como vacunar a la gente contra la verdad, mezclándola previamente con mentiras. Cuando salga a relucir la verdad que no conviene al poder, nadie va a creerla ya, porque la recordarán salpicada de estupideces delirantes. De esta manera, el que discrepe de la versiones oficiales será considerado un loco.
Además, es muy útil para el poder tener a los contestatarios gastando energías persiguiendo conspiraciones alienígenas, en lugar de cuestionando conspiraciones mucho mas reales y terrenales. Se trata de una maniobra de distracción: el mundo está mal porque está controlado por alienígenas malos, no porque haya injusticias, mecanismos de opresión y poderosos que se lucran.