Acaba de nacer el terrícola número 7.000 millones. Se calcula que para el año 2050 el planeta deberá sustentar a 9.000 millones de personas, y hacia finales de este siglo a más de 10.000 millones. La humanidad tiene que sortear cada vez más retos que implican nuevas cifras récord, entre ellos la pobreza, nuevas enfermedades, el déficit del agua potable y de alimentos, además del cambio climático.
No hay ninguna duda de que la Tierra es un planeta con recursos limitados. Pero si los especialistas de la ONU ven la solución en encontrar energías sostenibles y renovables y recurrir a prácticas ecológicamente amistosas, hay expertos que invitan a buscar directamente la salida fuera del planeta, en el espacio. Más precisamente, en la superficie de Marte.
La mejor opción
Hace mucho que el Planeta Rojo está en el centro de atención tanto de visionarios, como de los científicos, como el candidato más apto para convertirse en el próximo 'hogar' de la humanidad. Un viaje desde la Tierra a Marte requiere pocos gastos desde el punto de vista energético (a Venus serían aún menores, pero en Venus las condiciones son demasiado duras para que el planeta pueda ser colonizado).
La ciencia dice sobre Marte que es el cuerpo celeste que más se parece a la Tierra. Mercurio es demasiado caliente, mientras que otros planetas del sistema solar, alejados del Sol, son fríos y extremadamente inhóspitos para los humanos. El día solar medio en Marte es casi como el de la Tierra, 24 horas 39 minutos 35,244 segundos. La superficie marciana es poco menor a la superficie de la tierra firme de nuestro planeta.
En Marte también hay estaciones, y, lo que es muy importante, hay atmósfera, lo que puede proteger la vida de la radiación cósmica. Y, según recientes estudios, en Marte hay agua, la condición principal para la subsistencia de la vida. Algunos investigadores incluso opinan que la composición química de la atmósfera y del suelo marciano permitiría cultivar plantas en su superficie.
Proyectos
Las agencias espaciales ya se han puesto manos a la obra. La NASA acaba de iniciar su proyecto “Nave de los 100 años”, y apunta al desarrollo de la tecnología para lograr viajes espaciales de larga distancia y la posible colonización de otros planetas. Por su parte, en la Federación de Rusia el experimento Marte 500, que busca recrear las condiciones de un viaje de ida y vuelta hasta el Planeta Rojo, está bastante avanzado.
Para los científicos, cualquier tipo de investigación sobre el tema representa un enorme avance en el desarrollo espacial. Sin embargo, el coste del proyecto dificulta mucho la situación. Los científicos estiman que un experimento que desemboque en el envío de personas a Marte ayudaría a dar un nuevo impulso a los viajes fuera de la órbita terrestre, pero la perspectiva de que este tipo de recorridos se hagan comunes entre la población, es muy baja.
Según indica el experto en cosmonáutica Ígor Lisin, entre el precio del cohete, la nave espacial y el operativo, el viaje de tan solo una persona de ida y vuelta a Marte de seis meses de duración costaría más de 3.000 millones de dólares estadounidenses. La NASA estima que podría reducir el costo del viaje a 2.000 millones de dólares hacia el 2030, pero contemplando un vuelo solo de ida hacia el Planeta Rojo.
Este coste hace prácticamente inviable la idea de un éxodo masivo de personas desde nuestro superpoblado planeta. Pero los entendidos consideran que la colonización de Marte podría funcionar en un sentido parecido al del “Arca de Noé”. Como opina Ígor Lisin, se podría “establecer una especie de reserva de la humanidad en Marte u otro planeta habitable del sistema solar. Así, si ocurre un desastre en la tierra, quienes se encuentren en órbita serían capaces de regresar, restaurar la vida aquí y desarrollarse. Esa es la esperanza que tenemos”.
Pero en la Tierra, de momento, hay necesidades más urgentes. Pero ya son muchos los que se preguntan cómo podrá el planeta soportar las consecuencias de una enorme población que está en constante aumento.
Articulo completo en: http://actualidad.rt.com/ciencia_y_tecnica/cosmos/issue_31778.html
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