jueves, 25 de septiembre de 2014

Una científica estadounidense demuestra que los agujeros negros no existen

Una catedrática de física de la Universidad de Carolina del Norte asegura haber probado matemáticamente que los agujeros negros ni siquiera pueden formarse, ya que cuando una estrella emite radiación, su masa se reduce y carece densidad suficiente.
Durante décadas se pensaba que los agujeros negros nacían cuando una estrella se colapsaba bajo su propia gravedad, convirtiéndose en un único punto en el universo llamado singularidad, explica la Universidad de Carolina del Norte.

Según la teoría existente, la singularidad está rodeada por una membrana, llamada horizonte de sucesos, que demarca la zona en la que la atracción gravitacional de la singularidad es tan fuerte que al cruzar esta zona nada puede escapar de ella.

Para comprobar la inexistencia de los agujeros negros, Laura Mersini-Houghton, catedrática de física de la Universidad de Carolina del Norte, asegura haber unido dos teorías que, al parecer, son contradictorias, la Teoría de la Gravedad de Einstein y la ley fundamental de la teoría cuántica.

La teoría de Einstein predice la formación de los agujeros negros, pero la ley fundamental de la teoría cuántica sostiene que nada puede desaparecer en el universo. Los intentos de combinar estar dos teorías conducían al absurdo, y se conocían con el nombre de la paradoja de pérdida de información.

En 1974, Stephen Hawking utilizó la mecánica cuántica para demostrar que los agujeros negros emiten radiación. Pero ahora, Mersini-Houghton, que está de acuerdo con la idea de que el colapso de una estrella produce radiación, dice haber demostrado que cuando una estrella emite radiación, su masa se reduce y, en consecuencia, no tiene densidad suficiente para que se forme un agujero negro. 

Muchos físicos y astrónomos creen que nuestro universo nació de una singularidad y empezó a expandirse con el Big Bang. No obstante, si las singularidades no existen, los físicos tendrían que reconsiderar sus ideas.
 
R.T.

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